dissabte, 16 d’abril del 2011

AI WEI WEI , EL WAHOL CHINO

Ai Weiwei: El Warhol  que lucha contra la autoridad de su país

Es el artista chino más conocido en el circuito ,  p ero también un influyente bloguero al que el régimen trata de acallar. La última vez, con una golpiza que él incluye en su última muestra. 
Quería ser artista y dejó Beijing, en los ochenta, prometiéndole a su que se convertiría en un Picasso. Regresó, una década más tarde, porque su padre, un conocido poeta que había sido desterrado durante la Revolución Cultural de Mao, estaba a punto de morir. Weiwei no se había convertido en Picasso, pero había estudiado arte en Nueva York, había tomado más de 10 mil fotos y había aprendido a ganarse la vida en distintos oficios.
Para encontrar su lugar en la opresiva Beijing de los noventa, montó galerías alternativas, escribió manifiestos y organizó una exposición que haría de prolegómeno de su producción posterior: alternativa a la debutante y súpercontrolada Bienal de Beijing, inauguró, una muestra de artistas jóvenes y críticos que fue clausurada por la policía. Hoy, una década más tarde, Weiwei goza de una posición que podría de calificarse de privilegiada entre los opositores al régimen. Dice lo que piensa -entre otros, que China se convertirá en un monstruo porque allí se ha perdido toda moral- y lo sube a Internet. A diferencia de otros blogueros, a él lo dejan vivir. Al menos hasta la última vez, cuando le cerraron la página con golpiza de por medio. En Beijing, Weiwei no se convirtió en Picasso, pero sí en WeiWei. Se hizo conocido por sus instalaciones y esculturas, a la vez que por una serie de fotos que lo documenta arrojando una jarra de la dinastía Han al suelo.
Él dice que fue una forma de llamar la atención sobre cómo el régimen trata el patrimonio histórico. Esa es una de sus líneas de trabajo: pinta con llamativa pintura industrial vasijas neolíticas y ensambla muebles antiguos en esculturas. Esas obras, marcadamente conceptuales, llamaron la atención en Europa, donde Weiwei tuvo su primera retrospectiva el año 2004. En paralelo, desarrolló una carrera como arquitecto. No tenía título, pero la construcción de su propio taller le dio una notoriedad que se multiplicó exponencialmente cuando fue contactado por los arquitectos suizos Herzog & de Meuron para que le ayudasen a diseñar el estadio olímpico que se convertiría en imagen de los juegos. Weiwei estuvo detrás del famoso "Nido de pájaro", pero un año antes de su inauguración aclaró a quién quisiera escucharle, que él veía el evento como un circo montado por el régimen y que no pensaba asistir a la inauguración. Su denuncia fue reproducida en diarios internacionales y desde entonces la prensa local se cuida de reconocer su trabajo en esa obra arquitectónica.
Hoy, Ai WeiWei es uno de los personajes más entrevistados en China. Se le pregunta por su obra o por sus opiniones sobre cultura y los corresponsales extranjeros recurren a él como un activista de los derechos civiles. Según el New York Times es el Warhol de China. Cuando le preguntan cómo es que consigue decir lo que piensa sin temor, él dice que ayuda su reconocimiento en el extranjero y, también el publicar la menor amenaza en Internet.  "Si no reaccionase sería más peligroso", explicó al inaugurar una intervención en el pabellón de Mies van der Rohe en Barcelona.
Para su última exposición, una amplia retrospectiva en Munich, tuvo que entrenar la capacidad de reacción. En las salas de Haus der Kunst, emblemático museo construido por Hitler para mostrar "el verdadero arte germano", Ai Weiwei aúna su yo artista con su yo activista. Que la inauguración de la muestra haya estado precedida por una golpiza de la policía china, es un hecho desafortunado que Weiwei transforma en artísticamente productivo. Pero vamos por parte.

El blog
Weiwei es un bloguero de dosis diaria: escribe su primer post apenas se despierta y el último antes de acostarse. Ahora que ya no tiene blog, lo hace en los 140 caracteres que le permite Twitter, que en China está prohibido, pero se hackea. El problema para los novatos es que hay muchos Weiwei en Twitter y sólo uno es el verdadero. Mark Simoens, crítico alemán que ha estudiado la obra de Weiwei, explica que su actividad de bloguero comenzó como un experimento con la vida privada: sus gatos, sus actividades, sus amigos. Con el tiempo fue cambiando a temas más políticos: el control de los medios, la forma en la que el régimen infringe sus propias leyes y la aventura capitalista de China. 
El curador Hans Ullrich Obrist considera a su blog una de las "grandes esculturas sociales de nuestro tiempo". Cuenta historias que nadie más. Como la del hombre que mató a seis policías después de que éstos le golpearán sin razón o, la de los más de 5.000 niños que murieron durante el terremoto de Sichuan aplastados por los techos de sus precariamente construidas escuelas.  Es esta última historia la que lo dejó en el hospital.  Los niños del terremoto de Sichuan Tras el terremoto, Weiwei fue a Sichuan. Tomó fotos, habló con la gente y vio que había mochilas de niño enterradas bajo los escombros. Su última gran obra, para Haus der Kunst, en Munich, son 9.000 mochilas de niño a lo largo de la fachada principal en las que se lee (en chino y desde lejos) "vivió feliz en este mundo por siete años".
Eso fue lo que le dijo una de las  desconsoladas madres. Weiwei volvió a Beijing con su historia y al ver que en la prensa no salía nada, comenzó él mismo a reportear, llamando a las instituciones a cargo. Llamaba y preguntaba que cuántos niños habían muerto. Le respondían que era un secreto de estado. Entonces Weiwei posteó en su blog una convocatoria para voluntarios que quisieran trabajar en esclarecer los hechos. Se presentaron centenares y él escogió a 200 que partieron a Sichuan.         
                                                            Allí se dieron cuenta que los padres tenían prohibición de hablar del tema. Pero lograron conseguir los datos, los nombres de los niños, y los fueron publicando -uno a uno- en el blog. En el país donde no hay ciudadanos, sino masas, el gesto de Weiwei es significativo. Para cada uno prendió también una vela. Una a una las subió al blog.En su última exposición se puede ver el proceso de investigación de Ai Weiwei y sus colaboradores.
Él contra la policía. El tono con el que él encara estos encuentros parece ser su mejor obra. Los policías son los que gritan, manotean los documentos o, incluso, acaban al borde del llanto frente a la cámara.
Weiwei los desconcierta, hablándoles calmo sobre sus derechos legales, exigiendo que se cumpla la ley, llamándoles la atención cuando la infringen.  Hay una anécdota memorable. Dos policías llegaron hasta su estudio en Beijing, a conversar con él. Era un claro gesto de amedrentamiento por su activismo, pero Weiwei les pide que le muestren sus credenciales de policía. Cómo no las tenían con ellos en ese momento, el artista les dice que deberá llamar al retén de la provincia para notificarlo. Eso hace y los retiene hasta que llega otro policía a llevárselos. Es como si al hablarles de ley, les hablase en un lenguaje que no entienden y les paraliza. No hay como responder a preguntas que antes no se han hecho. Hay algo didáctico ensu actitud.
Golpiza de la policía
No obstante, en un nuevo encuentro con la policía secreta, su porte de maestro zen no le salvó de nada. La policía llegó en medio de la noche a la pieza de hotel donde se alojaba. "Somos la policía", le dijeron y él preguntó cómo iba a estar seguro de que lo eran. Por toda respuesta recibió un puñetazo. Después de eso se los llevaron detenidos. El objetivo del operativo era impedir que ese día atendiesen un juicio contra otro activista de los derechos civiles en el que iban a testificar.
Al día siguiente, Weiwei inició la investigación sobre quién y porqué los habían mandado a detener. La investigación es directa: cámara en mano, consultando a las autoridades.
No consigue más que documentar con cuántos muros se encuentra el hombre que pregunta.
Mientras preparaba la exposición en Alemania, Weiwei no se sentía bien. Le dolía la cabeza y le costaba concentrarse.
Fue al doctor y lo dejaron internado. Tenía un hematoma, producto de la golpiza de la policía, que había que extraer con cirugía.
Cuando fue dado de alta, unos días después, la noticia había recorrido el mundo. Él mismo se había autorretratado en la cama de hospital y había subido la foto. Volvió a hacerse cargo de los últimos ajustes de la muestra y para cuando la inauguró, todavía tenía un pelón. La organización del museo repartió el diagnóstico médico con timbre del hospital y firma del doctor. A la entrada de la muestra, junto a la gigantesca escultura "Template", que construyó con paredes de antiguos templos chinos, está ahora su parte médico. También la foto que el mismo se tomó, en el reflejo de un ascensor, cuando se los llevaban detenidos. Adentro están sus monumentales instalaciones, sus ensamblajes de muebles antiguos, sus fotografías y los videos en que registra los cambios que vive Beijing.
También hay computadores conectados a un blog del museo, donde Weiwei ha posteado por primera vez en inglés. Ahí se puede leer su última intervención, a mediados de enero, cuando Google anunció que iba a cerrar sus servicios en China, ante la evidencia de que el gobierno interviene las cuentas de sus usuarios. Weiwei tiene una cuenta Gmail, pero aplaude a Google. Dice que el mundo tiene que darse cuenta de lo que pasa en China.
Segun The New York Times, Ai Weiwei es el Warhol de China
Fuente: El Mercurio.

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